Hoy hablamos de la traición, de su relación con el estrés y su enorme secuela psicológica.
Un día, mi hijo y yo, estábamos leyendo una historia en la que se relataba una deslealtad, y le pregunté:
- "¿Qué es traición para ti, Bruno?"
- "It's like going for somebody like a victim". (Es como ir a por alguien como una víctima).
- "Es la guerra verdadera".
Bruno tenía siete años cuando hizo esta reflexión.
Me quedé a cuadros. Relacionaba traicionar con victimizar y con la destrucción de la paz.
Para pensar.
“Ir a por alguien como víctima”
Una víctima es, según el Diccionario de la RAE, una persona que padece daño por culpa ajena.
Y para que se dé una traición debe haber un vínculo de confianza. Como el que tenían Jesucristo y su leal apóstol, Judas.
Estamos en Semana Santa, cuando recordamos la traición por excelencia.
A Jesús lo traiciona Judas, su mejor amigo, y por ello es detenido, juzgado y condenado a morir colgado en una cruz.
La cultura y la religión cristiana no serían lo mismo sin esta traición.
Jesucristo incluso se siente traicionado por su padre, un Dios todopoderoso, al que le implora que lo salve de la cruel agonía de la crucifixión.
Le llama “papá” (Abba) y le pregunta la razón de haberle abandonado, porque no lo entiende. Ésta es una de las cuestiones teológicas más misteriosas.
La traición para la víctima es siempre inesperada. Para el traidor, no; una traición es siempre deliberada y sabe que está victimizando.

La traición siempre es deliberada.
La pregunta del ¿por qué? ante una traición es clave.
Mal fundamentada destruye la autoestima, podemos decirnos que nos traicionan porque no soy valioso, porque algo he hecho mal, o preguntarnos: ¿qué hay de malo en mí?, ¿es porque hay alguien mejor?, ¿qué me falta?, ¿qué me sobra?
La pérdida de confianza hace que ya nunca más nos sintamos seguros, estamos en alerta permanente, con elevados niveles de cortisol, porque la traición puede repetirse en cualquier momento.
En cualquier caso, en 1991, la psicóloga Jennifer Freyd, describió la traición como un evento traumático con un devastador efecto en el cuerpo y la mente.
De hecho el trauma de traición está asociado con los síntomas más graves del trastorno de estrés postraumático.

La traición se elabora como un duelo
El evento psicológico del trauma de traición es una pérdida y se elabora como un duelo típico con sus fases de conmoción, negación, obsesión, ira, negociación y aceptación.
Los humanos tenemos la capacidad de evaluar la confiabilidad de otra persona en un mecanismo de supervivencia natural.
Si estamos “sanos”, responderemos a la traición, confrontándola o retirándonos del perpetrador.
Curiosamente puede ocurrir que neguemos esa traición para poder mantener el vínculo con el traidor, porque lo necesitamos para sobrevivir:
Se denomina ceguera por traición y la describió también Jennifer Freyd.
Se da en situaciones de abuso cuando hay dependencia vital y emocional. Es típico en niños maltratados con violencia o abuso sexual, y en personas que dependen económicamente del perpetrador.

La ceguera de traición es típica en niños maltratados y abusados sexualmente.
Esta capacidad de no querer ver la traición, se extiende a ámbitos que no se consideran “traumáticos”, como las desigualdades en el trabajo y en la sociedad, o el adulterio, dónde todos los involucrados juegan a que no pasa nada, para preservar las relaciones y los sistemas sociales de los que dependen.
También puede pasar que una persona es abusada por ejemplo sexualmente dentro de una institución y ésta, o no hace nada, o protege al culpable.
Cuando esto ocurre, la denominada traición institucional puede añadir mucho más daño al trauma.
Además, lamentablemente, muchas veces se produce una negación de la víctima y se revierten los papeles.
Se produce lo que Freyd denomina DARVO (Negar, Atacar, Revertir, Víctima y Ofensor). Es una temible manipulación por la que el atacante pasa a ser el ofendido y la víctima, el perpetrador.
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“Es la guerra verdadera”
Es muy importante tener en cuenta el rango moral que damos a una víctima. Porque, a veces, les otorgamos “patente de corso” para que ejecuten una venganza, justicia o reparación.
Una persona traicionada puede así, obsesionarse tanto por la venganza que se transforme en alguien desalmado e inmoral.
En la famosa novela de Alejandro Dumas, la traición de sus amigos convierte al joven y amable Edmond Dantès, en el Conde de Montecristo, un hombre obsesionado y cruel que sólo vive para vengarse,

"Todos los sueños del joven Edmundo Dantés están a punto de hacerse realidad. Traicionado por sus rivales, es encarcelado sin juicio en el Castillo de If sin esperanza de escapar. Tras catorce años de encierro, Dantés consigue escapar y hacerse con el legendario tesoro escondido en la isla de Montecristo. Ahora, con una enorme fortuna, urde un plan extraordinario para vengarse."
El problema es que como víctimas, nos permitimos meternos en esa lucha, esa verdadera guerra, para obtener venganza, justicia y reparación.
Te propongo que si te traicionan, sacúdete, haz una pausa de serenidad, comprueba que estás entero, y vete en paz.
Todo lo que enseño desde la experiencia tiene un sólido fundamento científico o académico.
Hoy son las fuentes para escribir esta newsletter:
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Jennifer J. Freyd Psicología. U. de Oregon. Introdujo los conceptos trauma por traición, DARVO, traición institucional y coraje institucional.
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Alexandre Dumas. Escritor francés s.XIX
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Juan Arias. Periodista, autor del artículo sobre el grito de Jesús en la cruz
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Bruno Doctor Crespo, mi hijo. Un niño que reflexionaba fácilmente sobre asuntos complejos.
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