La adicción sigilosa

Ansiedad. De la raíz latina ang-, que significa estrecho, angosto.

La imagen mental de ahogo.

La ansiedad procede de no poder lidiar con una emoción “negativa”: tristeza, preocupación, rabia, incertidumbre o miedo, son todas emociones “ansiosas”.

Si no podemos resolver el malestar por nosotros mismos, buscaremos ayuda psicológica.

Pero en el camino aparecen los ansiolíticos, las mágicas benzodiacepinas: Valium, Tranquimazín, Orfidal, Lexatín, son algunos de estos potentes psicofármacos para paliar los síntomas de la ansiedad, el estrés o el insomnio.

Son tan potentes que funcionan inmediatamente. Pero sólo durante 2 a 4 semanas máximo. En pocos días nos hacemos tolerantes, es decir, necesitamos más dosis, y son terriblemente adictivas. Tanto o más que la heroína.

No impresiona porque nos las prescribe un médico, pero una receta de heroína para dormir nos asustaría mucho.

Los españoles consumimos ansiolíticos en tal cantidad, que somos los primeros en el ranking mundial: 110 dosis diarias por cada 1.000 habitantes. ¡El 11% de la población!

Cinco millones de adultos conducen, trabajan, se desenvuelven en la vida en España cada día, bajo los efectos de esta droga.

Hay personas que llevan años consumiéndolas. Es la adicción más sigilosa.

Los ansiolíticos están tan normalizados como la nicotina o el alcohol, pero presentan un síndrome de abstinencia peor al de la deshabituación de la heroína.

Las benzodiacepinas actúan como el GABA, un neurotransmisor naturalmente presente en nuestro cerebro para atenuar e inhibir la relación entre neuronas.

Alteran la memoria, el aprendizaje y la adquisición de estrategias propias para afrontar el estrés.

Además aparece la temible "anestesia emotiva" que es la incapacidad de sentir placer o felicidad.

En esta realidad confluye la demanda de remedios instantáneos para no afrontar la vida tal cual es.
Y la facilidad con la que podemos acceder a estas potentes drogas desde la primera instancia de la asistencia médica.

Pero los médicos no son psicólogos. O prescriben psicofármacos, o meten al paciente en un embudo de larga espera de atención psicólogica

Este post no es un juicio, sólo quiere alertarte de que los ansiolíticos no curan la ansiedad, sólo la enmascaran, y te pueden esclavizar con una adicción.
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El control de la ansiedad fue el germen del diseño de mi “pausa de serenidad”.

Me prescribieron ansiolíticos y no quise tomarlos. El remedio que encontré fue aprender a respirar para calmar el cuerpo y evocar un momento feliz para dirigir la atención y calmar la mente.

(Pide ayuda si tu ansiedad te impide llevar una vida normal o si te ves reflejado en un comportamiento adictivo)

Fuentes:
Antonio Cano Vindel Catedrático, psicólogo.Dirige el Proyecto PsicAP

Heather Ashton. Escribió el manual de referencia para la deshabituación de las benzodiacepinas, de acceso libre y gratuito, el llamado Manual Ashton: https://benzo.org.uk/espman/contents.htm

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