Cuando nos arrepentimos de algo, el diálogo interno es de culpa, enfado, rabia, vergüenza, impotencia, sentimientos que disparan la respuesta de estrés.
Ya sabéis que algunos de los indicadores fisiológicos de estrés implican un aumento de la temperatura, de la frecuencia cardiaca y respiratoria, y la tensión muscular que podemos sentir en los hombros elevados y en la mandíbula que ya habremos cerrado con fuerza.
Parece obvio que el arrepentimiento y su efecto físico sostenido nos enfermará. Arrepentirse no sólo es desagradable. No es saludable.
Y es que el arrepentimiento es uno de esos sentimientos que parece que no podemos sacudirnos, una emoción negativa pesada e intrusiva que puede durar minutos, días, años.
En general, el malestar relacionado con cosas que hicimos nos ayuda a aprender y seguir adelante.
Pero el de la inacción, el dolor por las oportunidades perdidas, es más difícil de manejar. Este arrepentimiento puede conducir a la depresión, a la ansiedad y al bloqueo mental, por la rumiación constante, por no poder nunca saber lo que podría haber sido.
Lo que funciona para liberar esta sensación tan incapacitante, es simplemente aceptar e identificar que estamos sintiendo arrepentimiento, en lugar de "qué tonto, qué torpe, qué ingenuo, qué cobarde, qué mal", decirnos “éste soy yo, sintiendo arrepentimiento".
Y es muy eficaz usar la compasión para recordarnos que somos humanos, que hacemos las cosas lo mejor que podemos, que aprendemos de los errores, de los del pasado también.
Por último perdonarnos, decirnos que tomamos la decisión basada en nuestras circunstancias de aquel momento y con nuestros conocimientos de entonces.
Así notaremos alivio y consuelo, un poco de calma, ante una emoción tan paralizante.
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Os propongo fabricar una pausa de serenidad para detenernos un momento y pensar en aceptar y perdonarnos el error que un día cometimos.
Una pausa que todos podemos hacer en cualquier momento y en cualquier lugar con nuestro cuerpo, nuestra respiración y nuestra mente.
Empieza colocando los “Hombros Lejos de las Orejas”, verás que algo cambia en tu cuerpo y en tu actitud para bien.
Si quieres aprender los tres sencillos pasos para "fabricar una pausa de serenidad", escríbeme y acordamos una conversación 🙂
Cuando nos arrepentimos de algo, el diálogo interno es de culpa, enfado, rabia, vergüenza, impotencia, sentimientos que disparan la respuesta de estrés.
Ya sabéis que algunos de los indicadores fisiológicos de estrés implican un aumento de la temperatura, de la frecuencia cardiaca y respiratoria, y la tensión muscular que podemos sentir en los hombros elevados y en la mandíbula que ya habremos cerrado con fuerza.
Parece obvio que el arrepentimiento y su efecto físico sostenido nos enfermará. Arrepentirse no sólo es desagradable. No es saludable.
Y es que el arrepentimiento es uno de esos sentimientos que parece que no podemos sacudirnos, una emoción negativa pesada e intrusiva que puede durar minutos, días, años.
En general, el malestar relacionado con cosas que hicimos nos ayuda a aprender y seguir adelante.
Pero el de la inacción, el dolor por las oportunidades perdidas, es más difícil de manejar. Este arrepentimiento puede conducir a la depresión, a la ansiedad y al bloqueo mental, por la rumiación constante, por no poder nunca saber lo que podría haber sido.
Lo que funciona para liberar esta sensación tan incapacitante, es simplemente aceptar e identificar que estamos sintiendo arrepentimiento, en lugar de "qué tonto, qué torpe, qué ingenuo, qué cobarde, qué mal", decirnos “éste soy yo, sintiendo arrepentimiento".
Y es muy eficaz usar la compasión para recordarnos que somos humanos, que hacemos las cosas lo mejor que podemos, que aprendemos de los errores, de los del pasado también.
Por último perdonarnos, decirnos que tomamos la decisión basada en nuestras circunstancias de aquel momento y con nuestros conocimientos de entonces.
Así notaremos alivio y consuelo, un poco de calma, ante una emoción tan paralizante.
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Os propongo fabricar una pausa de serenidad para detenernos un momento y pensar en aceptar y perdonarnos el error que un día cometimos.
Una pausa que todos podemos hacer en cualquier momento y en cualquier lugar con nuestro cuerpo, nuestra respiración y nuestra mente.
Empieza colocando los “Hombros Lejos de las Orejas”, verás que algo cambia en tu cuerpo y en tu actitud para bien.
Si quieres aprender los tres sencillos pasos para "fabricar una pausa de serenidad", escríbeme y acordamos una conversación 🙂
#gestióndeEstrés
#pausadeserenidad
#rrhh
Fuente: J. Kim Penberthy, Profesor de Psiquiatría y Ciencias Neuroconductuales, Universidad de Virginia