"Si quisiera algo contigo, lo sabrías"
Después de casi un año de estar enredada con un hombre muy reservado y con un carácter especial, me lanzó esta cruel sentencia y me explotó el corazón.
A pesar de la crudeza, aprendí que hay que leer las señales. Sobre todo la ausencia de ellas.
Si no hay palabras y hechos que demuestren interés genuino en nuestra persona, es que simplemente, no lo hay.
Ocurre igual en el trabajo:
Si no te llaman después de una entrevista, no te quieren.
Si no cuentan contigo para los proyectos más interesantes, no te valoran.
Si no cumplen con el timing para una promoción, no te respetan.
La frase en cuestión me hizo reflexionar también en cómo podría haber notado el desafecto.
Y entonces me di cuenta de que la medida es la decepción. Y que sobreponerse a esa frustración y seguir, no es de fuertes, es ir directos a quemarse, al burn-out.
Según Loretta Breuning, PhD, la decepción es tan desagradable porque es una alerta de supervivencia, en forma de enorme chute de cortisol, para dejar de invertir energía en una actividad que no nos lleva a ningún sitio.
Te propongo que cuando sientas que no te valoran, hagas una pausa de serenidad y pienses si estás en el lugar correcto para invertir tu talento y tu energía.